Positivo

La santidad de tu sangre arrebatada,
huéspedes extraños, tridentes hambrientos,
corre por la selva de las fieras nocturnas.
Desde los subsuelos del infierno,
la Bestia subió hasta tu rostro
y se quedó en tus ojos.
Se quedó en tus labios,
arrancó tu carne, mordisqueó con rabia,
oliendo, tanteando, persignándose en la penumbra.
Con las cuentas del rosario,
te ahorcas bajo el cielo,
con las estrellas temblorosas,
y los pétalos ardientes,
de tu lengua entumecida.
Y cuando el infierno y cielo se preguntan
dónde está tu rosario, a qué sabe tu carne...
sólo el odio susurra, murmura y grita
que no hay santos de yeso, no hay rosarios mágicos,
las bestias duermen con el estómago lleno,
y los tres cenan hoy en tus venas.